¿Por Qué Una Biografía?

Dicen que la historia la escriben los vencedores, pero son también ellos quienes la borran cuando les conviene. Este es el caso de la persona que nos ocupa: Ramón Bengaray Zabalza. Nacido en Garralda (Navarra) en 1896 y muerto fusilado en 1936, su memoria desapareció para la inmensa mayoría de los navarros actuales.Pero no solo sus enemigos políticos lo relegaron al olvido: es que también Izquierda Republicana, el partido político que él contribuyó a formar y presidió en Navarra, lo ignora: en su página web simplemente lo nombra como a un militante más.Este personaje, mi padre, fue polifacético:

  • Sindicalista, dirigente político de izquierda, candidato al Congreso en los años 1933 y 1936 y presidente del partido Izquierda Republicana y del Frente Popular de Navarra.
  • Industrial exitoso, fue dueño de una de las imprentas más importantes de la Pamplona de aquellos años.
  • Cantador de jotas muy celebrado, solista del Orfeón de Pamplona, directivo del mismo Orfeón, Presidente de los ya desaparecidos Amigos del Arte, actor en zarzuelas, escritor en la prensa.
  • Deportista aficionado y directivo del club Osasuna.

Como consecuencia de su fusilamiento, su mujer y sus cinco hijos nos exilamos primero en Barcelona y, después, en Francia. En 1939, al estallar la II Guerra Mundial, tuvimos que regresar a Pamplona. A finales de 1946, cuando la situación se hizo insostenible, emigramos a La Argentina. Posteriormente, en 1954, viajamos a Venezuela, donde hoy en día reside la mayor parte de la familia que sobrevive.

A lo largo de toda esta interminable odisea, aparte del desarraigo inicial, no experimenté una nostalgia importante, por lo que nunca eché en falta el terruño. La muerte de mi padre, las miserias de la guerra y los exilios quedaron, si no olvidados, por lo menos muy amortiguados. Hoy, al mirar hacia atrás, supongo que ello fue una defensa subconsciente para evitar recuerdos demasiado dolorosos.

Sin embargo, hacia los 68 años de edad, sentí una verdadera necesidad  de regresar a Pamplona para buscar mis raíces. Y así lo hice en 1998. Empezó el regreso al pasado con un viaje a Garralda (Navarra) en busca del origen y significado del apellido Bengaray, ya que nunca, a través de los años, nadie pudo darnos razón. En el comienzo de esta tarea ocurrieron varias casualidades que reforzaron mi intención de hurgar en el pasado:

  • En Garralda, encontramos a dos personas que habían conocido a mi padre, una de ellas de la familia Elizagaray, muy unida a la nuestra durante varias generaciones y separados a raíz de la guerra y la emigración.
  • Allá conocimos por casualidad a Don Pablo Mandazen. Estando en su casa llegó el libro « 1898, Garralda », recién aparecido y escrito por Juan Carlos Etxegoien (Xamar) (2) de la referida familia Elizagaray. En él encontramos la primera noticia acerca de mi abuelo, Justo Bengaray Lacoma, y de sus hijos Ramón y Magdalena Bengaray Zabalza.
  • Para obtener más información tuvimos que dirigirnos al Archivo de la Arquidiócesis de Pamplona. Al hacer la solicitud de la partida de nacimiento de Ramón Bengaray, la persona que nos atendió nos dijo « ¡Pero si ustedes ya se la llevaron! ¡Una señora francesa la retiró hace quince días! ». Efectivamente, era mi sobrina Maite Bengaray (de quien hacía más de cuarenta años que no tenía noticias), residente en Francia desde su niñez y que también andaba en la búsqueda de sus raíces.

Tantas coincidencias nos estimularon a Maite y a mí a asumir la tarea con más seriedad y, con la inestimable colaboración de Juan Carlos Etxegoien y Helena Leache, principalmente, encontramos alguna información que nos ha permitido continuar esta tarea.

En esa búsqueda conocí a la familia Elizagaray, de Garralda; conseguí ponerme en contacto con mi sobrina Maite, hija de mi hermano Angel, nacida en Buenos Aires y residente en Francia desde niña; obtuve alguna información de mis antepasados  y, para rematar, averigüé el origen del apellido Bengaray.

Poco a poco se ha ido encontrando alguna información y se ha hecho más patente la injusticia cometida con Ramón Bengaray a quien, después de asesinarlo, lo condenaron al olvido total a pesar del importante papel que jugó en la vida política, social y económica de la Navarra de su tiempo.

Así pues, aunque no soy ni historiador ni escritor, el estímulo de mis allegados  me  ha  hecho intentar la tarea. Desgraciadamente, la comencé demasiado tarde y mis familiares y las personas que vivieron en los años ’20 y ’30 ya han muerto, por lo que no he podido recoger muchos datos de primera mano.

No se espere una investigación académica para la que no estoy capacitado. Lo que se pretende lograr es ordenar la información disponible para que si, en un futuro, alguna otra persona quiere escribir acerca de la historia de Navarra en la época anterior a la guerra civil, pueda utilizar lo poco que nosotros encontramos.

 

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