El final

No hay información comprobable acerca de la muerte de mi padre (disculpen la primera persona). Al salir de la reunión en la Gobernación fue a esconderse en casa de unos amigos, donde permaneció oculto algún tiempo. Desgraciadamente, he olvidado por completo el nombre de esa familia y en la actualidad no queda nadie que pueda recordármelo.

Después de su desaparición el 18 de julio, los fascistas no dejaron de buscarlo y de agredirnos registrando frecuentemente nuestra casa, lo que  nos mantenía en ascuas. Recuerdo una ocasión en particular en la que, mientras registraban el dormitorio, mi hermano Angel, con gran sangre fría, escondió una caja con balas que estaban en el armario ropero, afortunadamente sin ser visto.

Pero el peligro mayor era que pudiesen llevarse a alguno de nosotros, ya que no fue raro que detuviesen a mujeres y adolescentes. Para dar un ejemplo, se puede citar a Galo Vierge cuando relata su encarcelamiento el 31 de julio (9):“Al entrar en la celda, veo que hay más gente, entre ellos algunos conocidos. En un colchón tendido en el suelo se encontraban acostados Dionisio Fernández, cuñado de Ramón Bengaray[1], (…). Compartiendo el colchón con Dionisio Fernández se encontraba un familiar suyo llamado Bernardo Zapatero, Plutarco[2], (…). Los dos habían sido detenidos en el domicilio de Ramón Bengaray, familiar suyo, el primer día de la sublevación con varios compañeros más. Acusados de reunión clandestina, se encontraban pendientes de juicio sumarísimo. Al celebrarse la causa, no encontrando el juez pruebas contra ambos por estar en el momento de su detención en el domicilio de un familiar, les concedieron la libertad. Los otros detenidos en la reunión fueron condenados a treinta años de cárcel.”

En el fondo tuvieron suerte de que les hicieran un juicio en lugar de llevarlos directamente al paredón.

El caso es que, al poco tiempo, la familia que acogió a mi padre lo echó de la casa y eso lo llevó a su muerte. Visto a 70 años de distancia, esa actitud tan cruel es comprensible si se tiene en cuenta el terror que debieron sentir al escuchar las noticias de la barbarie de los asesinatos y el riesgo que corrían al tener escondido a uno de los republicanos más  buscados.

Pero ¿quién se podía imaginar el 18 de julio el feroz comportamiento de las derechas? De habérselo imaginado, mi padre, que conocía los preparativos de los carlistas y lo advirtió al Gobierno de la República con bastante tiempo, pudo haber salido tranquilamente de Pamplona unos días antes. Pero él, como tantos otros, no tenía por qué temer nada, ya que nada había hecho que mereciera castigo.

Ramón Bengaray salió de la casa de sus “amigos” llevando sobre los hombros un colchón con el fin de que no pudiesen verle la cara y, así, no ser reconocido en la calle. No se supo nada más de él hasta que el día 23 de agosto “El Pensamiento Navarro” publicó el relato de su captura.

Según el corresponsal de “El Pensamiento Navarro” (10), a las 3:30 a.m. del día 21 de agosto de 1936, Martín Pérez, capataz caminero de Ostiz, salió de su casa hacia Esiain. A 400 m por la carretera y 300 m por una senda encontró a Ramón Bengaray en un lugar de mucha y tupida maleza, entablándose el siguiente diálogo:“-¿Qué se hace?-le dijo el capataz.-¡Hola!, sorprendido. Aquí estoy haciendo unos apuntes de estos montes; a eso he venido de Pamplona.-Ha elegido Ud. un lugar muy pintoresco, amigo.-Y ¿qué tal? ¿Tiene V. mucho recorrido?-Sí, bastante. Tengo tales y cuales pueblos.-¿Y está V. bien retribuido?-Gracias a Dios, muy bien. Estoy contento.-¿Y qué tal? ¿Cómo ve V. la situación actual? ¿Qué me dice V. de la guerra?-Yo ¿qué quiere V. que le diga? Nosotros, los de los pueblos, poco podemos saber. Eso mejor lo sabrán Vs., los de la ciudad. Adiós.El capataz salió corriendo en busca de ayuda, encontrándola en el médico Sr. Zubillaga, un tal Pascasio, de Olagüe, y un guardia civil de ese puesto, los cuales se presentaron a los pocos minutos en el lugar de referencia, pero ya no estaba el pajarraco en el mismo lugar; había caminado unos 50 metros internándose en el bosque pero los cuatro buscadores se separaron de dos en dos y pronto dieron con el que estaba entre un espeso matorral. Le echaron el alto, le registraron, le apretaron y  él no tuvo más remedio que confesar que se escapaba para Francia, etc., etc. y todo lo que las autoridades sabían, pero dirigiéndose al capataz le dijo:-¡Buena me has hecho!Lo llevaron a Pamplona y después no sé más. En buenas manos está.Bien por el capataz, que está recibiendo felicitaciones por tan grande hazaña y que la Diputación lo tenga en cuenta por tan excelente servicio efectuado por este celoso funcionario suyo.”Sería interesante saber quién era el corresponsal de “El Pensamiento Navarro” en Ostiz, que es de donde salió la información, y acerca de la satisfacción que con las felicitaciones obtuvo el “héroe” que llevó a mi padre a la muerte. Según el “Diario de Navarra”, Ramón Bengaray había sido detenido por la Guardia Civil en las cercanías del pueblo de Burutain. “Desaparecido de Pamplona el 18-07-36 según se aseguraba en un coche con Lamas, hecho preso en Obanos. A pesar de que muchos pensaron que Bengaray no estaba lejos de Pamplona, en la tarde de ayer[3] un caminero vio a un individuo que vestía un buzo azul y que a ratos usaba gafas, al que interrogó, contestándole el individuo que era de la Rochapea y le preguntó qué noticias tenía de la situación.El caminero dio cuenta a la Guardia civil de Olagüe de sus sospechas y procedieron a capturar a Bengaray. Le encontraron setecientas y pico pesetas y un gorro de falangista en el bolsillo. Se le encontraron residuos de comida, viéndose que había comido pan del día probablemente fabricado en la capital. Fue traído a Pamplona.”

Es bien sabido cual era el trayecto que se seguía en estos casos: en Pamplona se llevaba a los presos al cuartel carlista que funcionaba en el colegio de los Escolapios y, desde allá, al fusilamiento en la Vuelta del Castillo o la Cuesta del Perdón, en la vía hacia Estella.

Las circunstancias del fusilamiento y lugar de su tumba son un misterio sobre el que hay varias versiones. ·     La familia siempre ha creído que fue fusilado y enterrado en la Cuesta del Perdón el 24 de agosto de 1936, es decir, tres días después de haber sido trasladado a Pamplona, y creo que esa es la fecha que figura en su partida de defunción. ·     Fue fusilado el 3 de agosto de 1936 en Lanz (5)·     Fue asesinado en las Bardenas el 24 de agosto de 1936 (7) ·     Ramón Bengaray, un caballero en toda la extensión de la palabra, había sido detenido cuando intentaba llegar a San Sebastián y sería fusilado con treinta y ocho compañeros más en el pequeño pueblo de Astráin” (9).·     En una biografía inédita de ‘El niño de la Huerta’ (torero navarro de los años ’30), escrita por Sabino Argüelles, se dice: “Bengaray (…) quien, durante el nefasto, trágico y funesto ‘36’ – por ser republicano – fue ‘paseado’ por la calle del Capitán Mangado (actualmente calle Nueva) por los ‘pistoleros fascistas’, y muerto, según me contaron testigos presenciales, que lo vieron desde sus balcones, cerca del Rincón de la Aduana”.La tercera suposición tiene sentido si se tiene en cuenta que el 23 de agosto, tres días después  de que el general Mola prohibiera terminantemente a “falangistas o fuerzas similares” cometer actos de violencia, se hizo en Pamplona una enorme procesión en honor de Santa María la Real mientras que se llevaban a las Bardenas 58 republicanos para ser fusilados y enterrados allá (4).Está suficientemente comprobada “La participación activa y responsable de un sector  del clero en las `podas de ramas secas´, `escarda de malas yerbas´, ´extirpación de tumores malignos´ y otras figuras similares utilizadas hasta la saciedad en los púlpitos y confesionarios por aquellos meses de locura y horror” (4). Yo, personalmente, recuerdo las conversaciones de nuestros vecinos de la calle Mayor 86, donde vivíamos, sostenidas a voz en cuello y de ventana a ventana para atemorizarnos, citándose para ir después de misa a ver fusilar a la Vuelta del Castillo porque matar rojos no era pecado. Tal vez solamente era para meternos miedo, pero la perversa creencia  de tener a Dios de su lado provocó el asesinato de aproximadamente el 1% de la población de Navarra a manos de carlistas y falangistas.


[1] Dionisio Fernández era el esposo de María Magdalena Bengaray, hermana de Ramón Bengaray. En ese tiempo eran los conserjes de Los Amigos del Arte.

[2] Bernardo Zapatero era hermano de Ramona Zapatero, esposa de Ramón Bengaray. Era conocido como Plutarco por haber vivido en México durante la presidencia del general Plutarco Elías Calles a quien, por lo visto, admiraba mucho. 

[3]   Suponemos que el 21-08-36.

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